El trato que nuestra civilización da a la vida humana que empieza, al embrión humano que todos nosotros hemos sido, es objetivamente aterrador: por los hechos involucrados, y por la increíble perversión de valores que supone. Una civilización que tiene asumida legal y conceptualmente la eliminación del ser humano más indefenso, el concebido no nacido; que utiliza el embrión humano como material de laboratorio; que no tiene inconveniente en tratar embriones humanos como productos en las tecnologías de reproducción asistida, incluyendo procesos de selección y control de calidad. Todo ello con una aprobación aparentemente amplia, y desde luego con una indiferencia generalizada. Propongo este libro de un experto genetista como ayuda para reflexionar y actuar en consecuencia.